![Lola Nieto Lola Nieto](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/73/Lola_Nieto.jpg/400px-Lola_Nieto.jpg)
Lola Nieto (Barcelona, 1985) es una poeta en lengua castellana y artista de performance española.
Lola Nieto nació en 1985 en Barcelona, en cuya universidad se doctoró en Filología Hispánica con la tesis En la trama del lenguaje. Desdoblamiento y repetición en la escritura de Chantal Maillard (2015).[1] Actualmente trabaja como profesora de Lengua y Literatura en un instituto de secundaria.[2]
Su actividad literaria conocida empezó en 2012 como coeditora, junto a Antonio F. Rodríguez y Laia López Manrique, de la revista digital Kokoro, que se mantuvo en actividad hasta 2022 y constituyó un referente para las poéticas alejadas del mainstream literario español.[3] En ella Nieto dio a conocer, además de escritos ensayísticos y misceláneos, piezas de vídeoarte y textos que formarían parte de algunos de sus futuros libros de poemas.[4]
Su primer poemario, Alambres (2014), descrito por Raúl Quinto como «un cuento oscuro sobre el propio lenguaje»,[5] se publicó en la editorial barcelonesa Kriller71.[6] Fue seguido por dos obras de mayor extensión, Tuscumbia (2016) y Vozánica (2018), editadas por Harpo Libros.[7] En los recitales y presentaciones asociados a ambas, Lola Nieto comenzó a desarrollar una técnica de recitado cercana a la libre improvisación, con influencias de la danza butoh y del canto difónico, y a construir puestas en escena en las que intervienen aspectos rituales, dramáticos y musicales, que han movido a algunos investigadores a ubicar sus actuaciones en el género de la performance y a definir su apuesta artística como ‘perfopoesía’.[8]
Durante la segunda mitad de esta década codirigió el proyecto editorial Kokoro Libros.[9] En esta colección, tradujo junto a Antonio F. Rodríguez a la poeta japonesa Ryoko Sekiguchi[10] y promovió la difusión de autores españoles e hispanoamericanos contemporáneos, además de publicar la única antología bilingüe francés-castellano disponible de Danielle Collobert.[11]
Después de las plaquettes Ctenóphoras (Ejemplar Único, 2019) y Agua (Ediciones del 4 de Agosto, 2021) y de participar en las obras de autoría colectiva Voz vértebra: antología de poesía futura (Kokoro Libros, 2017)[12] y Bemba Baba (La Garúa, 2021, en colaboración con Ernesto García López, Jorge Coco Serrano y Sonia Bueno),[13] Nieto publicó su cuarto libro de poemas, Caracol, en RIL Editores (2021).[14]
La autora ha interpretado sus textos en numerosos festivales de poesía nacionales e internacionales, entre ellos el Vociferio de Valencia (2018),[15] el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León (2018),[16] el European Poetry Festival de Londres (2019),[17] el International Interdisciplinary Literature Festival SARDAM de Chipre (2019),[18] la Bienala Europeana de Poezie de Brașov (2019),[19] el Festival de Poesia de la Mediterrània de Mallorca (2021), la XVII edición de Agosto Clandestino de La Rioja (2021),[20] el Festival Internacional de Poesía de Barcelona (2021)[21] y el Voix Vives de Toledo (2022).[22] Ha actuado también en Nueva York (en el recital Se buscan poetas del Bowery Poetry Club, marzo de 2020),[23] en Kioto y en Tokio (en el ciclo Japan UK Poetry Exchange Tokyo-Kyoto, enero de 2023).[24]
Su obra escrita ha aparecido en antologías como (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (Bartleby Editores, 2016),[25] Desobediencia (El Sastre de Apollinaire, 2020),[26] Poesía bajo sospecha (Animal Sospechoso, 2021)[27] o ¡Quemaremos las metáforas del mar y los perfumes! (Calambur, 2022).[28]
El escritor y profesor de la Universidad de Extremadura Julio César Galán ha ubicado la obra de Lola Nieto dentro de las corrientes de la “poesía non-finito” (una estética de lo inacabado y fragmentario donde el lector se convierte en cocreador de los poemas)[29] y la “poesía especular” (que rompe los límites del poema lineal mostrando las huellas del proceso de escritura y reescritura en su mismo texto).[30] Por otra parte, el carácter performativo de su obra ha llevado a Raúl Quinto a considerarla representante de una “nueva poesía del acontecimiento”, a caballo entre la literatura y el arte conceptual, junto a autoras como Ángela Segovia, María Salgado o Sara Torres.[31]
Esta faceta escénica ha sido estudiada por Rosa Berbel, quien relaciona las actuaciones de Nieto con el concepto de “violencia catártica” de René Girard y analiza los agentes semióticos que intervienen en ellas. El uso de instrumentos musicales con fines más tímbricos que melódicos, como el theremín o la cortinilla, la grabación y reproducción de la voz en cinta magnética, el despliegue de objetos (fotografías, conchas marinas) en el espacio escénico, los movimientos corporales espasmódicos y aparentemente arrítmicos, los recursos paralingüísticos y la glosolalia, así como el vestuario y el maquillaje —que incluyen en algunas representaciones elementos tomados del Japón feudal, como el ohaguro—,[31] conforman un ritual donde se produce «una búsqueda estética de modelos de belleza alternativos, al margen de los criterios hegemónicos del equilibrio, la bondad y la pureza del lenguaje», en palabras de la filóloga sevillana.[8]
Los libros de Lola Nieto se caracterizan por un continuo desafío de los límites impuestos por los géneros, al combinar o fusionar verso y prosa, lírica, drama, epístola y ensayo, en textos que se contienen unos a otros a la manera de una mise en abîme o de las muñecas rusas.[32] En ellos son frecuentes los fenómenos de desdoblamiento o multiplicación: por ejemplo, las dos partes de Alambres (2014) se refieren a una misma experiencia de la voz poética, pero con un lenguaje diametralmente opuesto; varios personajes de Tuscumbia (2016) sufren experiencias de disociación; la hablante de Vozánica (2018) afirma dar cobijo a 211 voces distintas,[33] y Caracol (2021) explora el tema del doppelgänger a través de una mujer que trata de revivir a otra por medio de una alquimia de gestos y palabras.[34][31][35][36]
Críticos y escritores como Vicente Luis Mora, Maurizio Medo o María Ángeles Pérez López (quien emparenta la estética de Nieto con el neobarroso de Néstor Perlongher)[37] han incidido en los rasgos de estilo de su escritura como una reformulación personal del vanguardismo y la literatura experimental: el empleo creativo de la tipografía y la disposición visual cercana a lo pictórico, la sonoridad primitiva de su lenguaje —que crea neologismos, onomatopeyas y pseudopalabras—, las reflexiones etimológicas y metalingüísticas, los procedimientos de logofagia y la inclusión de enlaces a videopoemas (particularmente en Vozánica) son algunos de los más destacados.[38][39][40]
Estos recursos, según Rubén Martín, tratan de generar un sistema expresivo independiente en cada libro y cada poema, regido por sus propias normas, y que está vinculado a una serie de motivos recurrentes, como la fragilidad de la identidad psicológica, el potencial creativo de la neurodiversidad, el carácter opresivo del lenguaje y el pensamiento socialmente aceptados, la búsqueda de la empatía o la supervivencia a experiencias extremas de duelo y pérdida.[33] La propia autora ha descrito así algunos de los temas que están en la base de su poética:
En varias entrevistas Lola Nieto ha mencionado sus principales influencias y fuentes de inspiración, que abarcan no solo la literatura, con poetas como Emily Dickinson, Antonin Artaud, Chantal Maillard, Santōka Taneda y Chus Pato, y narradoras como Agota Kristof y Clarice Lispector, sino también el arte secuencial de los mangakas Junji Ito, Inio Asano, Shintaro Kago y Yuki Urushibara y el cine oriental contemporáneo de directores como Naomi Kawase, Apichatpong Weerasethakul o Lav Diaz.[42][43][44][45]
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