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Último discurso de Salvador Allende


Último discurso de Salvador Allende


El último discurso de Salvador Allende, presidente de Chile, tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973 a través de Radio Magallanes, en momentos en que se perpetraba el golpe de Estado liderado por el general Augusto Pinochet, y previo al bombardeo al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile. Este discurso marcó un hito en la historia política del país sudamericano. Allende se suicidó poco después de pronunciar estas palabras.

Contexto

El gobierno de Salvador Allende, que había asumido la presidencia en 1970, representaba un período de reformas radicales y cambios sociales en Chile. Su compromiso con una agenda de izquierda, que incluía avanzar con la nacionalización del cobre y la redistribución de la riqueza, había generado tensiones entre la derecha y la polarización en la sociedad chilena.[cita requerida] Esta situación empeoró con la Visita de Fidel Castro a Chile en 1971,[1]​ el escándalo de los bultos cubanos, el paro de octubre de 1972, el Incidente Alejandrina Cox y la crisis económica en Chile de 1973.

El 11 de septiembre de 1973, un golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet derrocó al gobierno de Allende. Durante el asedio al Palacio de La Moneda, Allende pronunció su última alocución a través de Radio Magallanes, una de las pocas emisoras que aún no se encontraba bajo el control de los golpistas, y mantenía una libertad de información.

Según relató el director de Radio Magallanes, Guillermo Ravest, este se encontraba en su oficina cuando el presidente Allende le llamó por teléfono, y le requirió:

«Necesito que me saquen al aire inmediatamente, compañero. [...] Preciso que me saquen al aire inmediatamente, no hay tiempo que perder».[2]

Discurso

A las 10:15, a través de Radio Magallanes, la última pro-gubernamental aún no silenciada, Allende emitió su último mensaje a la Nación.[3]​ En su alocución, Allende abordó diversos temas y se dirigió a diferentes segmentos de la sociedad chilena. Agradeció la lealtad de sus seguidores y manifestó su compromiso con la ley y la Constitución. También denunció la traición de algunos sectores militares y civiles que habían participado en el golpe. Allende se refirió a la lucha contra el imperialismo y la reacción, y destacó que las Fuerzas Armadas habían roto su tradición constitucional al unirse al golpe. Hizo un llamado a la defensa del pueblo chileno y la no humillación, instando a que el pueblo no se sacrificara innecesariamente.[4]

Dirigiéndose a la juventud, los trabajadores, las mujeres, los campesinos y los profesionales patriotas, Allende expresó su confianza en que Chile superaría este momento oscuro y que eventualmente se abrirían las «grandes alamedas» para construir una sociedad mejor. Finalmente, Allende concluyó su discurso con un enérgico «¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!» y expresó su convicción de que su sacrificio no sería en vano y que su legado sería una lección moral contra la traición y la cobardía.[4]

Legado

El discurso fue grabado por los empleados de la Radio Magallanes, el director Guillermo Ravest y el radio controlador Amado Felipe, quienes hicieron numerosas copias en cintas magnéticas que sacaron desde los estudios de la radio, «con evidente riesgo» para sus vidas, haciéndolas llegar a la dirección clandestina del Partido Comunista de Chile, que lo distribuyó entre los corresponsales extranjeros.[2]​ La radio había decidido transmitir nuevamente el discurso, pero a las 10:20 horas aproximadamente las antenas transmisoras fueron bombardeadas y quedaron fuera del aire.[2]

La última alocución de Salvador Allende se ha convertido en un símbolo de la lucha por la justicia social y la democracia en Chile. A pesar de su trágico final, Allende sigue siendo una figura importante en la historia política de Chile. Su discurso final es recordado como un llamado a la resistencia y a la esperanza en tiempos de adversidad.[cita requerida]

Ascanio Cavallo comenta que este discurso se caracteriza por ser «acusatorio, lírico, con volúmenes dramáticos, cambios de tono, giros anímicos, soplos vitales y a la vez fúnebres. Improvisado, pero de esas improvisaciones “que se ensayan muchas veces en la ducha”, como me dijo un testigo del momento en que lo pronunció». Agrega Cavallo que «sabemos que Allende era un gran orador, un virtuoso de ese Senado de los años 60 poblado de espadachines de la palabra. Pero esto es otra cosa. Es un discurso de muerte. Muerte y eternidad. Estas dos cosas solo se juntan en el pensamiento religioso».[5]

Daniel Mansuy, en tanto, dice en su libro Salvador Allende. La izquierda chilena y la Unidad Popular (2023) que el discurso de Allende deja «un veneno y un enigma».[5]

Usos

  • Una estatua de Salvador Allende en la plaza homónima de la Universidad Central de Venezuela incorpora un extracto del discurso: «Sabed que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre 11-09-1973».[6]

Véase también

  • Golpe de Estado en Chile de 1973

Referencias

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Enlaces externos

  • Wikisource contiene obras originales de o sobre Último discurso de Salvador Allende.

Text submitted to CC-BY-SA license. Source: Último discurso de Salvador Allende by Wikipedia (Historical)



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