![Persecución de la etnia gitana Persecución de la etnia gitana](/modules/owlapps_apps/img/nopic.jpg)
La historia de persecución de los gitanos (Antiziganismo), especialmente en Europa, es casi tan antigua como la de su presencia. La acogida inicial durante el siglo XV fue relativamente buena si la comparamos con su situación en los siglos posteriores. Los gitanos fueron recibidos con curiosidad e incluso con respeto, y algunos príncipes y señores ofrecían escolta a sus comitivas, que se presentaban como peregrinos cristianos. Sin embargo, el desencuentro con las comunidades receptoras era casi total al comenzar el siglo XVI. Para entonces ya habían sido expulsados o perseguidos en casi toda Europa.
La documentación histórica conservada[1] recoge una larga serie de expulsiones en cadena prácticamente desde su misma llegada. El 8 de septiembre de 1427 son expulsados de Pontoise y finalmente de París en 1439, de toda Suiza en 1471, de toda Alemania en 1500 y de Inglaterra bajo pena de muerte en 1514. En 1540 de Bélgica, también bajo pena de muerte. Para entonces, tanto en España como en Francia ya se les envía a galeras. En el siglo XVII, Portugal los deporta a América. En Hungría y Rumanía fueron sencillamente esclavizados.
El número de leyes, pragmáticas, decretos, reglamentos y medidas de excepción específicas contra los gitanos en todos los lugares donde habitaron y habitan es tal que sería imposible enumerarlas. Solamente en España se promulgaron, desde el año 1499, más de 280 pragmáticas contra el pueblo gitano.[2] Lo mismo ocurrió en los restantes países. A título de ejemplo, en el tardío año de 1998 se derogó la última ley que en el estado de Nueva Jersey (Estados Unidos) “contemplaba vigilancia especial sobre la población gitana”.[3]
Sin embargo, cabe señalar que la multiplicación de medidas para homogeneizar y asimilar la etnia revela continuamente fracasos. No solamente no desaparecen, ni se “asimilan”, sino que se han extendido de manera constante y además han mantenido con mayor o menor éxito rasgos propios con cierta fidelidad, fenómeno que algunos estudiosos han denominado como de "resistencia étnica".
En agosto de 2010, el Gobierno de Nicolas Sarkozy obliga a desmantelar todos los campamentos ilegales de Francia, la mayoría de ellos, gitanos rumanos. A cambio recibirían una ayuda de 300€ por adulto y 100€ por niño.[4] Esto produjo fuertes reacciones en contra:
Para entender una causa fundamental y decisiva en la persecución o marginación de los gitanos y de otras minorías étnicas, es necesario echar mano de los procesos de centralización estatal en Europa a partir del siglo XVI, fundamentados en una homogeneización cultural, lingüística y religiosa. Los primeros decretos de expulsión y asimilación en España coincidieron con los de la expulsión de los judíos en 1492 y los de persecución o conversión de los musulmanes españoles.
El historiador Raul Hilberg recuerda que la destrucción de los judíos europeos se incrusta en el mismísimo centro del proyecto de la modernidad europea y del modelo de civilización occidental,[8] Teresa San Román[9] explica la persecución contra los gitanos desde esa misma perspectiva: la construcción de los estados centralistas, primero, y de las identidades nacionales, después.
Las formas de represión de las autoridades y de la sociedad han sido muy variadas, desde la simple marginación y criminalización hasta la muerte, pasando por la sedentarización forzosa, la deportación y el destierro, el castigo corporal y la mutilación, la esclavitud, los trabajos forzados en galeras, la prisión o reclusión en barrios, guetos, llamados en España “gitanerías”. Para cada modalidad de persecución, las comunidades gitanas de todo el mundo han generado y siguen generando mecanismos y estrategias específicas de supervivencia, ocultamiento, adaptación o huida.
La imagen social negativa de esta comunidad es muy clara y mayoritaria, casi prácticamente desde su llegada, como se puede observar en muchos idiomas. En inglés la palabra “gyp” (de “gypsy”, gitano) significa "estafa" o "engaño", y una etimología popular alemana hace creer que “Zigeuner” (gitano) procede de “Ziehende Gauner” (ladrón itinerante). Lo mismo ocurre con el húngaro, donde la creencia popular relaciona “cigány” con la palabra "szegény" (pobre). Incluso en el actual diccionario de la RAE se recoge la siguiente acepción coloquial despectivo para gitano: “Que estafa u obra con engaño”.[17]
Las acusaciones contra los gitanos se repiten de una u otra forma, sin cambiar de manera esencial a lo largo de los siglos. Se les relaciona con la delincuencia y, por ejemplo, al toparse con muchos de ellos en Andalucía durante la Guerra de la independencia española, lord Andrew Thomas Blayney, militar inglés que luchaba en la misma, escribió que:
Se les acusa de un conservadurismo extremo; de estar entregados al ocultismo y a las artes paganas, por ejemplo, de robar o forjar los clavos de Cristo, de echar mal de ojo o de ser los importadores del Tarot en Europa; se les acusa de explotación infantil, de raptar niños, de oficios deshonrosos, de vagancia: “una raza indomable, inescrutable, infatigable, inasimilable e inexterminable, tan temida como odiada”.[19]
Todos estos aspectos negativos han sido recogidos y fomentados en muy diversos medios.
La literatura ha contribuido a recoger y engrandecer el mito de la personalidad gitana. Cervantes escribe en su novela La Gitanilla:
Algunas administraciones estatales o locales también han apuntado en la misma dirección:
Incluso la criminología, una disciplina en principio exenta de valores, redunda en los mismos tópicos. Cesare Lombroso, padre del positivismo criminológico, afirmaba que los gitanos son "la imagen viva de una raza entera de delincuentes que reproducen todas las pasiones y vicios". Y un documento de la administración penitenciaria española del año 1951 decía:
En consonancia con todo esto, se han aprobado leyes diseñadas para reforzar el tópico más que a un fin o una solución a los propios problemas de marginalidad y pobreza. En España debido a la política xenófoba de la dictadura franquista figuró en el reglamento hasta 1978 (final de la dictadura) de la Guardia Civil los siguientes artículos:
Como muestran algunos estudios, la etiquetación o encasillamiento (conocido en criminología como criminalización[21]) ha sido en todos los países el primer paso para desacreditar a la comunidad gitana con objeto de legitimar su marginación y su persecución:
Los modernos estudios gitanológicos han desvelado este proceso de criminalización y han denunciado “lo habitual que resulta este fenómeno en todos los países, que lleva a la gente a afirmar que el estereotipo "por algo será", es decir, que seguramente tenga alguna base real. Sin embargo, estas mismas personas nunca afirmarían que el antisemitismo, que tomaba formas muy parecidas en los diversos países del mundo, es el resultado de las propias actitudes de los judíos".[3]
Se denuncia así que la criminalidad entre los gitanos no es una causa de su exclusión, sino una consecuencia, así como “la existencia de prejuicios arraigados y de una profunda discriminación hacia la comunidad gitana en nuestra sociedad… (y) …la negación de la importancia y gravedad de estos prejuicios, aún más cuando se trata de reconocer los nuestros personales”[3]
En español
En francés
En inglés
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