El Benedictus, también conocido como Cántico de Zacarías y como Canto de Zacarías o canción de Zacarías es una de las tres canciones — junto con el Magnificat y el Nunc dimittis — que aparece en el primer capítulo del evangelio de San Lucas, versículos del 68 al 79 (Lucas 1:68-79), es la oración que recitó Zacarías al volver a poder hablar tras el nacimiento y circuncisión de su hijo San Juan Bautista. Alaba y da gracias a Dios por el Mesías pero apenas se refiere a su hijo Juan, solamente para decir cual será su función de cara a la venida de Jesucristo.
Dentro de la Liturgia de las Horas, el Benedictus es el Canto Evangélico empleado en el rezo de laudes.
No se debe confundir con otro cántico bíblico del pasaje del Antiguo Testamento conocido también como "Canto de los tres Jóvenes", que toma las palabras del Libro de Daniel (Dn 3, 52-88), dado que en latín en la versión La Vulgata de la Biblia también este pasaje comienza con la palabra Benedictus ( “ Benedictus es, Domine, Deus patrum nostrorum, et laudabilis et superexaltatus in saecula etc." [1]) Como tal Cántico de los Tres Jóvenes este otro Benedictus se usaba al inicio en la misa en rito galicano y en general en diversos momentos de la Liturgia de las Horas.
Todo el cántico puede dividirse en dos partes.
Dios había prometido a los Patriarcas del Antiguo Testamento en sucesivas ocasiones su protección divina de una manera especial, la posesión de una tierra para siempre y una descendencia muy numerosa en la que serían bendecidos todos los pueblos. Esta alianza fue ratificada mediante alianzas y pactos según era costumbre en el Próximo Oriente en aquella época, entre reyes y vasallos. Por un lado, Dios, como señor prometió la protección a los Patriarcas y su descendencia y estos, a su vez, pondrían de manifiesto el acatamiento sirviéndole y ofreciéndole diversos sacrificios. Muestra de esto son los pasajes sobre la promesa, alianza y juramento que Dios le hizo a Abrahán[10][11][12], así como la reiteración de estas promesas a Jacob.[13]
En este momento de su vida, Zacarías ve que estas promesas de Dios van a ser cumplidas mediante los acontecimientos que seguirán al nacimiento de su hijo Juan, el «Precursor del Mesías».[14]
El «Sol naciente» al que se refiere Zacarías en su cántico es el Mesías, Jesucristo, bajado del cielo para alumbrar al mundo con su luz, «Sol de justicia que traerá en sus rayos la salvación».[15] En el Antiguo Testamento se hacen varias referencias a la luz como reflejo de la presencia de Dios, como ocurrió cuando Moisés bajó al campamento después de haber estado en la presencia de Dios, que su rostro irradiaba tal resplandor que los israelitas «tuvieron miedo de acercarse a él».[16]
Esta luz divina llega a los hombres mientras están en este mundo, a través de Jesucristo, que es «la luz verdadera que ilumina a todo hombre»,[17] de la que participan los cristianos de tal manera que el propio Jesucristo dijo: «»Vosotros sois la luz del mundo».[18]
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