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Pseudociencia


Pseudociencia


La pseudociencia o seudociencia es aquella afirmación, creencia o práctica (pseudoterapia o falso tratamiento) que es presentada como científica y fáctica, pero que es incompatible con el método científico.[3][4]​ A menudo se caracteriza por el uso de afirmaciones vagas, contradictorias, exageradas o infalsables; la dependencia en el sesgo de confirmación en lugar de pruebas rigurosas de refutación; poca o nula disposición por parte de sus seguidores a aceptar evaluaciones externas de expertos; y en general, la ausencia de procedimientos sistemáticos para el desarrollo racional de teorías.

Un área, práctica o cuerpo de conocimiento puede ser razonablemente llamada pseudocientífica cuando se presenta como congruente con los criterios de la investigación científica, pero manifiestamente no cumple con los requisitos de esta.[3]​ La ciencia se diferencia de la revelación, la teología y la espiritualidad en que ofrece un entendimiento de la realidad mediante el conocimiento obtenido a través de la investigación y experimentación empíricas.[5]​ La divulgación científica tendenciosa puede nublar las fronteras entre la ciencia y la pseudociencia del público general y puede además incluir ciencia ficción.[6]​ Algunas creencias pseudocientíficas están ampliamente arraigadas, incluso entre periodistas y profesores de ciencia de escuelas laicas.[7]

El problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene implicaciones políticas, además de presentar problemas científicos y filosóficos.[8]​ Distinguir entre ambas tiene importancia práctica en áreas como la asistencia médica,[9]​ el peritaje judicial, las políticas ambientales y la educación en ciencias.[10]​ Es parte de la educación y el alfabetismo científicos diferenciar los hechos y teorías científicos de las creencias pseudocientíficas, como las encontradas en la astrología, la alquimia, la charlatanería y las creencias ocultistas, que a menudo están unidas falazmente a conceptos científicos.[11]

El término pseudocientífico a menudo se considera inherentemente peyorativo, debido a que sugiere que algo es presentado vaga o incluso embusteramente como ciencia cuando no lo es.[12]​ En consecuencia, los seguidores de ideas categorizados como pseudocientíficas usualmente rechazan esta etiqueta.[12]

Término y etimología

Connotaciones del término

El vocablo «pseudociencia» se suele considerar como inherentemente negativo, ya que sugiere que algo está siendo incorrectamente presentado como ciencia, quizá incluso de forma intencionada.[12]​ En consecuencia, aquellos de los que se afirma que practican o defienden pseudociencias normalmente discuten tal etiqueta pero, por otro lado, se encuentran miembros de la comunidad científica que cuestionan el uso peyorativo de la etiqueta como calificativo ante nuevas teorías, tesis o investigaciones.[12]

Etimología

El término «pseudociencia» o «seudociencia» es un neologismo formado a partir de la raíz griega pseudo, «falso», y la palabra de origen latino ciencia, «conocimiento». Aunque el vocablo como tal se emplea desde, por lo menos, finales del siglo XVIII,[13]​ el concepto de pseudociencia como algo distinto de la ciencia real o auténtica parece haber surgido a mitad del siglo XIX.

El primer uso conocido de la palabra «pseudociencia» apareció en 1843 en el libro An elementary treatise on human physiology (‘tratado elemental de fisiología humana’), del fisiólogo francés François Magendie (1783-1855).[2]​ Un año después (1844) apareció la palabra en un artículo en la revista científica Northern Journal of Medicine.

Si hubiera sido una palabra antigua, en idioma griego antiguo se hubiera llamado ψευδοεπιστήμη, que se romaniza como [psevdoepistími] y significa ‘falsa ciencia’.[14][15]

Definición de ciencia y pseudociencia

Ciencia y método científico

Aunque los elementos que determinan si un cuerpo de conocimiento, metodología o práctica es científico pueden variar según el ámbito de actuación, existen ciertos principios generales con los que la comunidad científica se muestra en general de acuerdo. La noción básica es que todos los resultados experimentales deben ser reproducibles, y susceptibles de ser verificados por otros investigadores.[16]​ Estos principios pretenden asegurar que los experimentos pueden ser reproducidos bajo las mismas condiciones, permitiendo mediante la investigación posterior determinar si una hipótesis o teoría acerca de un fenómeno es a la vez válida y fiable. Para ser considerado científico, un estudio debe aplicar el método científico en todos sus ámbitos, y el sesgo cognitivo debe ser controlado o eliminado mediante el muestreo al azar, técnicas específicas como el doble ciego, y otros métodos. Se espera que todos los datos recopilados, incluyendo especificaciones de las condiciones ambientales o experimentales, estén documentados y disponibles para su revisión por pares, permitiendo la realización de nuevos experimentos que confirmen o desmientan los resultados previos.

En general, y en la medida en que pueda resultar aplicable, la metodología científica exige que las teorías puedan someterse a pruebas empíricas rigurosas, mientras que a las pseudociencias, o bien no será posible aplicarles sistemas de refutación (por tratarse de formulaciones ambiguas), o bien sus partidarios protegerán la teoría (por ejemplo, con hipótesis auxiliares o ad hoc, formuladas a posteriori), en lugar de someterla a ensayos que puedan refutarla.

Ciencia y falsabilidad

El filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994) introdujo a mediados del siglo XX el concepto de falsabilidad para distinguir la ciencia de la no-ciencia.[17]​ Un resultado es «falsable» cuando puede ser demostrado como erróneo, es decir, cuando puede diseñarse un experimento teórico con el que demostrar si es falso. De este modo, las afirmaciones «falsables» pueden ser consideradas como ciencia, mientras que las no «falsables» se consideran no-ciencia. Por ejemplo, la afirmación de que «Dios creó el Universo» puede ser cierta o falsa, pero no puede diseñarse ningún experimento que demuestre una cosa u otra; simplemente está más allá de la capacidad de la ciencia, ergo, no es «falsable» y, por tanto, es no-ciencia. Popper usó la astrología y el psicoanálisis como ejemplos de pseudociencias, y la teoría de la relatividad de Einstein como ejemplo de ciencia. Luego clasificó las formulaciones no-científicas en las categorías filosófica, matemática, mitológica, religiosa y/o metafísica por un lado, y pseudocientífica por otro, aunque no dio criterios claros para definir cada una.[18]

Pseudociencia versus otras ciencias aceptadas

El término «pseudociencia» tiene connotaciones peyorativas, porque se usa para indicar que las materias así etiquetadas son errónea o engañosamente presentadas como científicas. Por este motivo, aquellos que cultivan determinada pseudociencia, normalmente rechazan esta clasificación. El apelativo se ha aplicado a disciplinas como ciertas hipótesis de la física cuántica y otras ciencias que no utilizan el método científico rigurosamente como son las ciencias sociales, el psicoanálisis, la grafología, la parapsicología y la criptozoología por la naturaleza de sus objetos de estudio difícil de aplicarle la misma rigurosidad científica que en otras disciplinas, no obstante esto es relativo y algunas de estas disciplinas acusadas de pseudocientíficas son aceptadas como científicas por universidades,[19]​ asociaciones científicas,[20]​ centros médicos, gobiernos, etc., por ejemplo, el psicoanálisis.

Muchas veces la discusión sobre un concepto o campo de conocimiento gira más alrededor de su consideración como ciencia o pseudociencia que acerca de los hechos y métodos reales. El filósofo de la ciencia Larry Laudan (1941-2022) ha manifestado que el concepto pseudociencia no tiene significado científico y se usa mayoritariamente para describir una apreciación subjetiva: «Si quisiéramos permanecer firmes al lado de la razón, deberíamos deshacernos de términos como “pseudociencia” y “acientífico” de nuestro vocabulario; son solo palabras huecas que cumplen una función emotiva».[21]

Del mismo modo, Richard McNally afirma que «el término “pseudociencia” se ha convertido en poco más que una injuriosa palabra de moda para ningunear a los propios oponentes en las discusiones en los medios», y que «cuando los emprendedores terapéuticos hacen afirmaciones a favor de sus tratamientos, no deberíamos perder el tiempo intentando determinar si estos califican como pseudocientíficos. En su lugar se deberían hacer preguntas como: ¿Cómo sabe que su tratamiento funciona? ¿Cuáles son sus pruebas?».[22]

Características de las pseudociencias frente a las ciencias

Características no científicas de las pseudociencias

Los autores que diferencian entre ciencias reales y pseudociencias señalan características cuya presencia simultánea, no necesariamente de todas a la vez (definición politética), ayuda a reconocer a las pseudociencias como tales:[23][24][25][26][27]

  • No tienen consistencia interna y externa. Es decir, soportan contradicciones lógicas y no se integran con otras ciencias.[cita requerida]
  • No aplican métodos como los característicos de las ciencias, aquellos cuya validez pueda aceptarse con independencia de las expectativas del observador. Pero Norwood Russell Hanson (1924-1967), en su libro Patterns of discovery (de 1958) —y apoyándose en la obra póstuma de Ludwig Wittgenstein (1889-1951), particularmente en su libro Investigaciones filosóficas (publicado en 1953)—, señala cómo la observación de un hecho cualquiera siempre está sujeta a las expectativas del observador.[28]
  • Son dogmáticas. Sus principios están planteados en términos tales que no admiten refutación, a diferencia de las ciencias, donde las condiciones de refutación de las hipótesis o teorías están determinadas o pueden determinarse con precisión. Aunque esto último no es de aplicación estricta a las ciencias sociales, que a menudo no producen (ni pretenden producir) resultados precisos, y parten de premisas que hay que interpretar con cierto grado de subjetividad.[cita requerida]
  • Proclaman teorías para las que no aportan pruebas empíricas, que a menudo contradicen abiertamente las observaciones o resultados experimentales conocidos y aceptados. Aunque este tipo de problemas también aparecen ocasionalmente en las ciencias (véase por ejemplo: Problema del horizonte).[cita requerida]
  • Son incoherentes con el cuerpo teórico de disciplinas relacionadas, invalidando las explicaciones admitidas sin ofrecer alternativas mejores para la explicación de los mismos fenómenos ni reconocer la necesidad de hacerlo.
  • Son inmutables. Al no tener bases experimentales, no cambian incluso ante nuevos descubrimientos (como excepción especial están las ciencias a priori, concretamente las matemáticas y la lógica). La máxima autoridad teórica se le sigue atribuyendo al fundador o fundadores de la disciplina, y sus enseñanzas son tratadas como escrituras sagradas.[cita requerida]
  • Utilizan ante el público un lenguaje oscuro, o emplean términos que tienen un significado preciso en ciencia con sentidos totalmente diferentes.[cita requerida]
  • No cumplen la estrategia de la navaja de Occam (también conocido como principio de parsimonia), que es un método heurístico de búsqueda creativa de soluciones que propone que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es la que se debe considerar como la más probable. O cuando la cumplen es basándose en la utilización de «ganchos celestes» (por ejemplo, el creacionismo lo explica todo con base en un solo ente: Dios).
  • No buscan leyes generales.[cita requerida]
  • Descalifican las críticas por parte de las ciencias, a menudo utilizando falacias ad hominem, aduciendo conspiraciones o proclamándose objeto de persecución cuando sus planteamientos son rebatidos.[cita requerida]
  • Invocan entes inmateriales o sobrenaturales, tales como fuerza vital, creación divina, inconsciente metafísico, quintaesencia, etc. de los que proclaman a la vez, contradictoriamente, que intervienen en fenómenos observables, pero que son inaccesibles a la investigación empírica. Aunque también en física se especula con entidades que, a día de hoy, son inaccesibles a la investigación empírica, pero que se supone que intervienen en fenómenos observables (véase por ejemplo: Bosón de Higgs), y en psicología se emplean entidades inmateriales tales como: «inteligencia».[cita requerida]
  • Los promotores de la teoría hacen poco esfuerzo para desarrollar una teoría que supere los problemas a los que se enfrenta. Carecen de la vocación autocrítica propia de los científicos verdaderos.
  • Proclaman y exigen que se reconozca su carácter científico, pero solo ante el público general, renunciando o siendo muy reticentes a poner a prueba sus explicaciones ante la comunidad científica establecida. El hecho de reclamar estatus científico las diferencia de otros campos, como la religión o la metafísica.[cita requerida]

Algunos autores afines al relativismo epistémico o al llamado «programa fuerte» (o «estándar») de la sociología de la ciencia (Barry Barnes, Steve Shapin y David Bloor), la Escuela de París, (Bruno Latour y Michael Callon), el grupo de Bath, (Harry Collins y Steven Yearley), el grupo de estadounidenses y su «etnometodología», (Harold Garfinkel y Michael Lynch), ponen en duda que sea posible diferenciar con rigor y objetividad el límite que demarca la "ciencia" de la "pseudociencia", respaldando en algunos casos posiciones abiertamente contrarias a determinadas concepciones de lo que es ciencia y criticando el método científico.[29]​ Estas posiciones relativistas fueron contestadas por los científicos Alan Sokal y Jean Bricmont en su libro Imposturas intelectuales (1997),[30]​.

Críticos de las pseudociencias como Richard Feynman,[31]​ Richard Dawkins,[32]​ Carl Sagan,[33]​ Michael Shermer[34]​ y Mario Bunge (1919-2020)[35]​ consideran que todas las formas de pseudociencia son dañinas, causen o no daños inmediatos a sus seguidores. Estos críticos generalmente consideran que la defensa de la pseudociencia puede suceder por varias razones, que van desde la simple candidez sobre la naturaleza de la ciencia y el método científico, hasta un engaño deliberado para obtener beneficios económicos o políticos. No es apropiado tratar de pseudociencia cualquier cuerpo sistemático de creencias solo por no considerar veraces sus postulados, sino que solo tiene sentido hacerlo cuando desde la disciplina en cuestión se proclama sin fundamento su carácter científico. Algunos críticos de la pseudociencia consideran algunas o todas las formas de pseudociencia como pasatiempos inofensivos.[cita requerida]

Explicaciones de la existencia de las pseudociencias

Explicaciones psicológicas

El pensamiento pseudocientífico se ha explicado en términos de «psicología» y «psicología social». La tendencia humana a buscar confirmación en vez de refutación,[36]​ la de mantenerse aferrado en las creencias confortables, y la de sobre generalizar han sido mencionadas como razones comunes para la adherencia al pensamiento pseudocientífico. De acuerdo con Beyerstein (1991) los humanos son propensos a realizar asociaciones en función de la apariencia, y a menudo cometen errores en el pensamiento sobre causa y efecto.[37]

Crítica del término

Paul Feyerabend argumenta que una distinción entre ciencia y seudociencia no es ni posible ni deseable.[38][39]​ Richard McNally, catedrático de Psicología de la universidad de Harvard, manifiesta: "El término 'pseudociencia' se ha convertido en poco más que una palabra de moda incendiaria para desacreditar rápidamente a un oponente a través de los medios de comunicación" y "Cuando los terapeutas manifiestan haber obtenido logros con sus prácticas, no deberíamos gastar nuestro tiempo en tratar de averiguar si sus prácticas se las pueden calificar de pseudocientíficas. En vez de eso, se le debería preguntar: ¿Cómo sabe usted que su práctica funciona? ¿Cuál es su evidencia?"[40]

Pseudociencia, protociencia y ciencia

La protociencia engloba áreas de conocimiento en proceso de consolidación. Por ejemplo, la alquimia en el siglo XVII entraba dentro de esta categoría. Cuando se descubrió que los principios en la que se basaban (como la influencia de los planetas en los metales) no tenían respaldo experimental, pasó a ser una pseudociencia. Lo mismo puede decirse de la parapsicología durante el siglo XIX y principios del XX. No todas las protociencias desembocan en pseudociencias. Existen autores que consideran que la alquimia dio origen a la química y la astrología a la astronomía; aunque se debe tener en cuenta que otros historiadores de la ciencia rebaten este punto, considerando al ocultismo y a la ciencia como tradiciones paralelas.[41]

No hay un acuerdo para la diferenciación entre protociencia, pseudociencia y ciencia. Hay ejemplos de teorías científicas vigentes que alguna vez fueron criticadas y etiquetadas como pseudocientíficas. La transición se caracteriza por una mayor investigación científica sobre el tema y el descubrimiento de más evidencias que sustenten la teoría. Así, la teoría de la deriva continental fue, en su momento, considerada pseudocientífica.[42]

El problema de la demarcación de las ciencias

Se han hecho varios intentos para aplicar rigor filosófico a la demarcación de la ciencia con resultados diversos. Estos incluyen el criterio de falsabilidad de Karl Popper y la aproximación histórica de Imre Lakatos, quien lo critica en su Methodology of scientific research programmes (Metodología de los programas de investigación científica). Historiadores y filósofos de la ciencia, principalmente Thomas Kuhn y Paul Feyerabend, sostienen desde otras perspectivas epistemológicas del conocimiento, que incluye la dimensión social, que no siempre es posible una distinción nítida y objetiva entre ciencia y pseudociencia.

Mario Bunge, filósofo de la ciencia, es conocido por su posición de incluir al psicoanálisis entre las pseudociencias. Críticas hacia la inconsistencia entre teoría y experiencia, o hacia el carácter especulativo del discurso se dirigen también a veces desde las ciencias naturales hacia ciertas ciencias sociales, como la economía o la psicopedagogía. El escándalo Sokal, por el nombre del físico que lo puso en marcha, mostró que desde una cierta orientación de la Sociología de la Ciencia postmoderna también se ha recurrido a veces a usar inconsistentemente el lenguaje de las llamadas ciencias duras, en lo que parece un intento irregular de legitimación científica, siendo esta una de las líneas de conducta frecuentemente reprochadas hacia las llamadas pseudociencias.

Para algunos sectores de la filosofía de la ciencia no existe un criterio de demarcación perfectamente delimitado, metodológico y objetivo para definir universalmente qué es ciencia y qué es pseudociencia, todo intento de diferenciación es necesariamente arbitrario y subjetivo.[43][44][45][46][47][48][49][50][51][52][53][54][55][56][57][58][59][60][61][62]

Peligros de la medicina pseudocientífica para la salud

Un campo en el que se usan frecuentemente alegaciones seudocientíficas es el de la curación de enfermedades.[9]

Entre las pseudoterapias sin ningún resultado e incluso con contraindicaciones o efectos secundarios negativos que se han recomendado para curar el cáncer están la angeloterapia, biomagnetismo, bioneuroemoción o biodescodificación, constelaciones familiares, dianética, dieta alcalina, desensibilización por medio de movimientos oculares, flores de Bach, limpieza de colon, homeopatía, iridología, iriogenética, homotoxicología, suplemento mineral milagroso, naturopatía, osteopatía, ozonoterapia, programación neurolingüística, psicoanálisis, quiropráctica, reflexología, acupresión, reiki, terapia gerson, terapia gestalt o terapia humanista, terapia neural, terapia ortomolecular o medicina ortomolecular, terapia quelante y el toque terapéutico. Se desaconsejan estas pseudoterapias apoyadas en pseudociencias para la cura del cáncer.[9][63][64][65]

Entre las terapias pseudocientíficas más populares está la acupuntura, a pesar de que el consenso científico es claro en mostrar la falta de efectividad[66][67]​ por sobre el efecto placebo y la larga lista de efectos adversos publicados en revistas médicas[68][69]​ y por la OMS[70]​ incluyendo daños a órganos y tejidos e infecciones.

Existe un importante mercado de métodos curativos y diagnósticos presentados como mecanismos curativos de validez demostrada por estudios, que en muchos casos utilizan métodos mágicos tradicionales, como la imposición de manos o procedimientos sin fundamento científico, como la radiestesia o el empleo de pirámides. La mayoría de estos curanderismos, cuya extensión creciente debe mucho a internet, busca la credibilidad y el prestigio que tiene la ciencia, alegando por ejemplo desconocidas propiedades del agua,[71]​ la supuesta acción de fenómenos cuánticos, o presuntas energías de naturaleza difusa.

El cartílago de tiburón se ha promocionado falsamente como cura para el cáncer con base en una supuesta inexistencia de cánceres en tiburones. De acuerdo con Ostrander,[72]​ esta práctica ha llevado a una continua disminución de las poblaciones de tiburones,[73]​ y, lo que es más importante, ha alejado a los pacientes de terapias contra el cáncer que sí son efectivas. Los autores sugieren que "los mecanismos basados en la evidencia dada por la comunidad científica deberían añadirse al aprendizaje de los profesionales de los medios de comunicación y gubernamentales".

Un caso especial, por su extensión, es el de la homeopatía, cuya incongruencia con el conocimiento científico fue indicada ya en vida de su fundador, Samuel Hahnemann, y respecto a la que se han utilizado recientemente términos prestados de la mecánica cuántica (como el entrelazamiento) de manera admitidamente metafórica.[74]

Lo mismo ocurre con la reflexología podal, llegándose incluso a impartir cursos que a veces están financiados por la administración pública sanitaria y dirigidos a matronas, personas con formación científica e inmersas en el ámbito sanitario, lo que puede confundir a la ciudadanía dando apariencia de estar avalado por la ciencia. Estos cursos en España los imparte gente sin formación médica reglada, por lo que su credibilidad deja mucho que desear. Cualquier persona, independientemente de su formación, tiene acceso a cursos de reflexología y puede obtener un diploma que lo capacita para la práctica profesional de dicha disciplina.

Algunos tratamientos alternativos de carácter pseudocientífico han producido accidentes graves, incluso muertes; pero se admite en general que el mayor peligro para la salud de los pacientes ocurre cuando, confiando en un método ineficaz, renuncian a medidas más efectivas, como hábitos más saludables o un tratamiento médico de eficacia demostrada.[75][76]

En 2018, en España, la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas publicó una carta abierta dirigida a la ministra de Sanidad María Luisa Carceo y al público en general bajo el título Seamos claros: las pseudociencias matan. En ella se señalaba que la muerte por el uso de terapias pseudocientíficas y por abandono de terapias oficiales se producían por la tolerancia legal existente hacia prácticas sanitarias ejercidas por no profesionales y fuera de los protocolos internacionales, la dejadez de las instituciones en el cumplimiento de leyes ya aprobadas, la tolerancia de los colegios médicos y la falta de información a los pacientes.[77]

En 2020, se publica en un contexto sanitario de la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19 el primer "manifiesto internacional contra los efectos de la pseudociencia", firmado por unos 2 750 científicos del ámbito de la salud de 44 países.[78]

Patologización, pseudoenfermedad y promoción de enfermedades

Las pseudociencias y paraciencias promueven la patologización y medicalización: intentan mostrar cómo problemas de salud susceptibles de tratamiento a características biológicas a comportamientos fisiológicos o vitales que no son problemas de salud.

Las pseudociencias extienden diagnósticos existentes a personas que no los padecen, establecen diagnósticos sin base científica probada (véase en psiquiatría la disputa de la controversia de la biopsiquiatría) y llegan a la creación de enfermedades sin ningún fundamento científico ―pseudoenfermedades― (por ejemplo, el «síndrome del intestino permeable» o la «permeabilidad intestinal aumentada») con el objeto de crear una clientela que compre sus libros y remedios.[80]

Lista de pseudociencias

Autores como Mario Bunge (1919-2020),[35]​ Carl Sagan,[23]​ Robert L. Park,[24][25]​ James Randi,[26]​ o Michael Shermer,[27]​ que defienden un criterio de demarcación estricto entre ciencia y pseudociencia, consideran que en los campos siguientes una parte significativa de sus practicantes presentan su disciplina como equivalente a campos o áreas de conocimiento riguroso, imitándolos a veces formalmente en el lenguaje o las formas de comunicación, y adoptando títulos personales científicamente prestigiosos ante el público como «doctor» o «profesor».

Tabla de pseudociencias o terapias pseudocientíficas

La siguiente tabla contiene ejemplos de algunas pseudociencias, (véase lista de pseudociencias):[81]

Véase también

Referencias

Véase el artículo en inglés para ver las referencias en rojo.

Bibliografía en español

  • Gardner, Martin (1988): La ciencia. Lo bueno, lo malo, lo falso. Madrid: Alianza, 1988.
  • Sagan, Carl (2000): El mundo y sus demonios, Barcelona, Planeta, 2000.
  • Dawkins, Richard (2000): Destejiendo el arco iris, Barcelona, Tusquets, 2000.
  • Bunge, Mario (2002): Crisis y reconstrucción de la filosofía, Barcelona, Gedisa, 2002.
  • Weinberg, Steven (2003): Plantar cara. La ciencia y sus adversarios culturales, Barcelona, Paidós, 2003.
  • varios autores (2004): Ciencia y pseudociencias: realidades y mitos. Prólogo de Manuel Toharia. Madrid: Equipo Sirius, 2004.
  • varios autores (2017): «Mitos y pseudoterapias creados en torno al cáncer», ensayo de 165 páginas publicado en el sitio web del GEPAC (Grupo Español de Pacientes con Cáncer).
  • Ernst, Edzard (2018): Un científico en el País de las Maravillas. Cuando la verdad duele (traducido por Fernando López-Cotarelo). Madrid: Next Door Publishers, 2018.

Enlaces externos

  • Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre pseudociencia.
  • ¿Qué son las seudociencias? Archivado el 20 de marzo de 2018 en Wayback Machine. por Mario Bunge.
  • Mitos y pseudoterapias creados en torno al cáncer, 165 págs., Grupo Español de Pacientes con Cáncer - GEPAC, 2017
  • Asociación para proteger al enfermo de Terapias Pseudocientíficas - APETP, España
  • «Lista de terapias pseudocientíficas», artículo publicado en el sitio web del APETP.

Text submitted to CC-BY-SA license. Source: Pseudociencia by Wikipedia (Historical)


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