![Patrimonio histórico de Baeza (Jaén) Patrimonio histórico de Baeza (Jaén)](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/43/Catedral_de_baeza.jpg/400px-Catedral_de_baeza.jpg)
Baeza se asienta sobre un terreno que ha estado continuamente habitado, al menos desde la Edad del Bronce. Por esta razón, y a pesar de las sucesivas destrucciones sufridas por las construcciones de todos los períodos, la ciudad aún retiene un destacado patrimonio histórico y cultural de carácter monumental, en el que están representadas diversas culturas, períodos y estilos artísticos. En Baeza pueden contemplarse restos de la Edad del Bronce, de la Época Romana, y de la Hispania visigoda, islámica y cristiana. No obstante, el más rico patrimonio monumental conservado corresponde a los diversos estilos artísticos presentes en la Baeza cristiana: desde el tardorrománico y el gótico, al renacentista, manierista, barroco y neoclásico. No en vano en 2003 el casco histórico de la población, con su antigua ciudad intramuros, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
Baeza, situada en la cornisa sur de la gran meseta que es La Loma, se asoma al valle del Guadalquivir desde un acantilado que domina un paisaje de cerros infinitos; dicho acantilado, visto desde el llano parece sustentar la catedral como un faro.
La ciudad originaria estaba edificada sobre este cerro y en torno a una ciudadela, hoy desconocida: el celebérrimo alcázar de Baeza, reputado como inexpugnable y dentro del cual se encontraban el castillo-palacio de la autoridad real y la iglesia (luego colegiata) de Santa María del Alcázar. Estas construcciones, lejos de surgir ex novo, fueron una continuación de similares edificaciones de los períodos oretano, cartaginés y romano; restos de los cuales aún pueden contemplarse en el cerro junto a otros de la precedente Edad del Bronce.
Desde esta atalaya entendemos que la ciudad fuera una gran plaza fuerte donde, un día, se remansó la gran epopeya reconquistadora revitalizada por Las Navas de Tolosa. No obstante, a fines del s. XV el alcázar fue derribado por mandato de la reina Isabel la Católica de modo que no siguiera siendo utilizado como defensa con ocasión de las pugnas nobiliarias que enfrentaban por entonces (como en toda Castilla) a los linajes dominantes de la ciudad (Carvajales y Benavides).
Consecuencia del derribo del alcázar, el cerro fue perdiendo pobladores hasta el punto de estar casi despoblado en el s. XVIII y trasladarse por ello la colegiata a la parroquia de San Andrés. También desaparecido el frente sur de la muralla, adyacente al alcázar, el paseo que lo reemplaza es hoy día un mirador excepcional sobre el valle alto del Guadalquivir, y el cerro mismo, un parque arqueológico de primer nivel pendiente de excavaciones más ambiciosas.
Su centro neurálgico es la Plaza de Santa María establecida en la baja edad media, y hasta el s. XIX, como sede de los poderes que rigen la ciudad: el civil y el religioso; en ella se encuentran hoy:
Al norte de este conjunto, y junto a la Puerta del Barbudo, se halla la sede de la antigua universidad Santísima Trinidad, otra importante Institución eclesiástica de la Edad Moderna hoy Instituto. El edificio es de estilo manierista (fines del s. XVI) y consta de claustro, en torno al cual se organizan las dependencias universitarias, y una amplia capilla; contando cada uno de estos elemento con portada propia. Destaca, sobre la puerta de acceso al claustro, el medallón labrado con el tema de la Santísima Trinidad. En esa misma fachada pueden verse los escudos del canónigo Fernández de Córdoba (donante del edificio) timbrados con un impropio galero arzobispal.
De las primeras parroquias intramuros han desaparecido por completo la colegiata de Santa María, San Miguel y San Gil; solo permanecen:
Esta última se halla en la plaza del mismo nombre frente al Palacio de Jabalquinto, el más destacado de la ciudad intramuros y uno de los emblemas de Baeza. Pero la ciudad intramuros está, además, plagada de rincones con otros palacios y casonas de interés, como la Casa de Avilés (mediados del s. XVI), la Casa de los Galeote (segunda mitad del s. XVI), la Casa de los Ávila (comienzos del s. XVII), la Casa de los Fuentecilla, la Casa de los Canónigos, el Palacio de los Obispos (todos del s. XVIII) o el Palacio Rubín de Ceballos (principios del s. XIX).
El trazado de la muralla históricamente conocida, y de la que aún subsisten importantes elementos, obedece a un diseño islámico del s. XI. No obstante, las edificaciones conservadas responden más bien a reconstrucciones cristianas posteriores.[1]
La Plaza del Pópulo (o de Los Leones) está inmediatamente al norte de la ciudad amurallada y al oeste de El Paseo, organizándose en torno a la Puerta de Jaén, única construcción de la plaza perteneciente a la muralla; las otras edificaciones de la misma han ido añadiéndose en distintas épocas:
Al este del conjunto anterior, más allá de El Paseo (plaza cuyo lado sur se antepone a la Puerta del Barbudo) encontramos:
Hacia el sureste de la anterior hallamos:
La actual Plaza de España, situada en el extremo noreste de lo que fue la ciudad amurallada; se conoce como tal la gran plaza edificada sobre la rambla por la que vienen a desaguar las tres colinas sobre las cuales se asienta la urbe. Su fisonomía es porticada, muy castellana. Servía de escenario para los eventos taurinos, fiestas y ajusticiamientos públicos. A partir del s. XIX fue cuando se convirtió en un paseo romántico.
En su lado sur encontramos la mencionada torre de Los Aliatares y La Alhondiga, e inmediatamente tras ella El Pósito. En su cara norte se hallan las Casas Consistoriales Bajas o Balcón del Concejo (s. XVII), lugar desde donde los munícipes presenciaban las corridas de toros celebradas en la plaza. Finalmente, y de este a oeste, también encontramos en las inmediaciones de su lado septentrional:
Fuera de la ciudad amurallada, y en torno a sus respectivas parroquias, se encuentran de este a oeste las siguientes collaciones:
Collación nobiliaria por antonomasia, en ella encontramos los palacios de varios linajes: el Palacio de los Salcedo, el Palacio Fortaleza de los Sánchez de Valenzuela, la Casa de los Acuña, la Casa de los Cabrera (todos de principios del s. XVI), la Casa de los Mendoza o la Casa de los Escalante (ambas de la segunda mitad del s. XVI).
No obstante haber sido una collación habitada mayormente por pecheros (caso también de la vecina collación de la desaparecida parroquia de San Vicente) también hay en ella algunas casonas de calidad como la Casa de los Morales, del s. XVII, y la Casa de los Galeote, del s. XVIII.
Alrededor de este espacio se localizaban los conventos de la Trinidad Calzada y La Victoria (Orden de los Mínimos), desaparecidos en el s. XIX a la vez que la ermita de La Madre de Dios y la parroquia de San Marcos. Aún subsisten:
Hacienda La Laguna: se sitúa próxima al Puente del Obispo, a unos ocho km al sur de Baeza, teniendo anexo el paraje de Laguna Grande, conjunto industrial olivarero declarado Bien de Interés Cultural (categoría Monumento). El conjunto fue construido por el ingeniero polaco Tomasz Franciszek Bartmański y hoy alberga el Museo de la Cultura del Olivo.[5]
Castillo de Jarafe: Bien de interés cultural desde 1985. En la ribera del río Torres, se conservan los restos de una antigua fortaleza rural, lugar concedido por Alfonso X en 1269 a los treinta y tres caballeros pobladores del alcázar de Baeza. El entorno abunda en yacimientos iberorromanos a pie de monte.
Puente de Mazuecos: Conocido como la Puente Nueva, sobre el Guadalquivir, se trata de una magnífica obra de ingeniería de Andrés de Vandelvira. Tras una gran riada sufrió una desacertada recomposición a principios del siglo XX.
Santuario de La Yedra: La actual fábrica es del siglo XVI. Su nombre completo es el Santuario mariano de Nuestra Señora del Rosel y del Santo Cristo de la Yedra.
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