![Iglesia adventista del Séptimo Día de la Luz del Mundo Iglesia adventista del Séptimo Día de la Luz del Mundo](/modules/owlapps_apps/img/nopic.jpg)
La Iglesia Adventista del Séptimo Día de la Luz del Mundo es una secta cristiana fundamentalista radicada en Angola que fue liderada por José Julino Kalupeteka (1963-) tras ser expulsado por indisciplina[1] de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 2001,[2] siendo fundada oficialmente por él y sus seguidores en 2007.[1]
Tras su creación, el grupo llegó a alcanzar miles de seguidores en el país.[2] En 2012 y 2013 Kalupeteca fue acusado de incitar a sus fieles a no participar ni en los procesos electorales, ni en las campañas de vacunación.[1] Más tarde, en abril de 2014, Kalupeteca fue también acusado de incitar a sus fieles a abstenerse de participar en el Censo.[1] El grupo ha sido también acusado de impedir a los menores de la secta acudir a la escuela.[1]
El 15 de abril de 2015 la policía nacional lanzó una operación en el municipio de Caála[3] (provincia de Huambo) para detener a Kalupeteka, el líder religioso del grupo, de 52 años,[2] en la que se produjeron enfrentamientos entre los seguidores de la Iglesia y las fuerzas policiales, resultando muerto un policía.[3] Al día siguiente los enfrentamientos se reprodujeron en torno al monte Sumi, en la localidad de Huambo, produciéndose la muerte de ocho policías y algunos civiles.[3] La policía reconoció un saldo de 13 miembros de la secta y entre 7 y 9 policías.[2][4] Sin embargo, el partido UNITA denunció que se habían producido cientos de muertos entre los seguidores de la secta,[3] y que la masacre había sido una venganza por la muerte de los policías.[2][5] Julino Lito Kalupeteka, uno de los hijos del líder de la secta (quien fue finalmente detenido y enviado a Huambo) solicitó a través de los medios de comunicación ayuda internacional.[3] A estas denuncias se sumaron las declaraciones de Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunciando la masacre.[3] lo que motivó que el gobierno de Luanda exigiera disculpas oficiales a la ONU.[3] El presidente del país, José Eduardo dos Santos, afirmó que la secta religiosa era una amenaza para la paz nacional.[6][7]
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