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Ordenación de montes: los alcornocales andaluces


Ordenación de montes: los alcornocales andaluces


Proceso de catalogación, planificación de su evolución y regulación de su uso y aprovechamiento, que se realiza en los montes siguiendo los principios y doctrinas de la Silvicultura y que en España se aplicó a los montes públicos a partir de 1850. Los alcornocales de las provincias de Málaga y Cádiz, cuya Ordenación se realizó entre 1890 y 1920, fueron los primeros montes de Quercus suber regulados, lo que reviste un interés especial por la peculiaridad productiva, ecológica y cultural de esta especie. Ya en su día fueron emblema del movimiento Ordenador que invadía la ciencia forestal y la administración española, así como después, centro de las críticas del modelo de explotación de los montes resultantes de aquella legislación. Hoy en día, ese grupo de montes se integra en el parque natural de Los Alcornocales y en menor medida, en el de Sierra de Grazalema, manteniendo una respetable producción de corcho y un ejemplar equilibrio entre los diferentes usos del monte.

Antecedentes

El proceso por el que las Ordenaciones de Montes se implantan en España, fermenta durante la primera mitad del siglo XIX, a medida que la riqueza de los montes se hace importante económicamente y bajo la influencia de las primeras escuelas alemanas, inspiradoras de la Selvicultura y de la planificación en la explotación de los recursos forestales. Además, la situación creada tras las primeras desamortizaciones que supusieron la venta de gran parte de los montes públicos, llevó al pistoletazo de salida al doblar el siglo:

Cronología legislativa sobre Ordenaciones

  • Ya en 1833 se habían promulgado las Ordenanzas Generales de Montes bajo inspiración dasonómica y en 1846 se había creado el Cuerpo de Ingenieros de Montes y su Escuela Especial de Ingenieros de Montes. En 1859 se aprueba la primera Clasificación de los montes públicos, que posteriormente sería rectificado en 1901 como Catálogo de los Montes y demás terrenos forestales exceptuados de la desamortización por razones de Utilidad Pública.
  • El 27 del noviembre de 1952 (BOE 29/11/1852 [1]), se mandan formar las cuatro primeras Comisiones para reconocer las masas forestales de Jaén, Santander, Cuenca y Segovia, así como practicar los estudios necesarios para su mejor explotación.
  • El 13 de noviembre de 1856 (BOE 15/11/1856 [2]), se manda dividir el territorio en Distritos Forestales y se organiza en siete de ellos el Servicio Facultativo, estableciendo como una de sus funciones la Ordenación Provisional de los montes públicos con arreglo a unas instrucciones, que se redactan al año siguiente. Dos años después, el mandato de esta labor se generaliza a todos los Distritos Forestales y en 1860 se fijan las reglas para la parte de los expedientes que se ocupa de los aprovechamientos.[nota 1]
  • El 17 de mayo de 1865 (BOE 28/05/1865 [3]), se desarrolla la Ley de Montes, dictando ya precisas instrucciones sobre las condiciones para poder explotar provisionalmente los montes no ordenados, sobre la obligatoriedad de ajustar los aprovechamientos al plan de Ordenación en aquellos ya estudiados, así como sobre el modelo al que estos proyectos deben ajustarse en su redacción.[nota 2]
  • El 9 de mayo de 1890 (BOE 10/05/1890 [4]), se crea la Sección Directiva e Inspectora de las Ordenaciones de Montes Públicos y se establecen las bases a que deberá sujetarse el estudio de los Planes de Ordenación. Este Real Decreto fue comentado en la Revista Montes n.º 320 (1890)[1]​ y se complementan el 31 de diciembre del mismo año (BOE 16/01/1891 [5]), con las Instrucciones para el servicio de las Ordenaciones de los montes públicos, exhaustiva regulación que salvo pequeñas modificaciones estará vigente hasta los años 20.[nota 3]​ Fueron comentadas en la Revista Montes n.º 342 (1891).[2]
  • El 25 de octubre de 1895 (BOE 26/10/1895 [6]), se establece que los autores de los Proyectos de Ordenación, sean los ingenieros del Servicio de Ordenaciones.
  • El 6 de agosto de 1896 (BOE 11/08/1896 [7]), se deroga la normativa del año anterior, que indicaba que los Proyectos de Ordenación se llevasen a cabo exclusivamente por los ingenieros de montes en servicio activo del Cuerpo. Se establece un pliego-tipo de condiciones para la contratación de las ordenaciones por particulares.
  • El 31 de mayo de 1901 (BOE 02/06/1901 [8]), se regula sobre la responsabilidad en el pago de las mejoras contempladas en el Proyecto de Ordenación, que será el contratante a descontar de la tasación total de las subastas. Comentado en Revista montes n.º 586 (1901)[3]
  • El 30 de julio de 1902 (BOE 14/08/1902 [9]), se establece que sean los contratistas los que paguen los trabajos de reconocimiento de las memorias y de los proyectos.
  • El 24 de enero de 1908 (BOE 26/01/1908 [10]), se establece que las Memorias previas al Proyecto de Ordenación y los estudios de comprobación y tasación de los mismos, sean hechos directamente por la administración a través del Servicio de Ordenaciones.

El mecanismo de Ordenación de montes

El apogeo en la ordenación de montes públicos de alcornocales en Andalucía, que se puede concentrar entre 1890 y 1915, seguía básicamente el siguiente procedimiento:

Solicitud: Memoria de Ordenación

En primer lugar se solicitaba por parte del ayuntamiento propietario, un particular o empresa, el permiso para iniciar la ordenación de aquellos enumerados según el Catálogo de los montes excluidos de la venta. Este era un trámite más o menos administrativo que se concedía para que se pudiesen comenzar los estudios previos a los de ordenación propiamente dichos y que incluían entre otros, aspectos legales sobre la propiedad y servidumbres de los montes, lindes, levantamientos topográficos básicos, descripción de terrenos y arbolado, usos y estimaciones aproximadas de aprovechamiento, etc... Estas Memorias de Ordenación se sometían al dictamen del Ingeniero jefe del correspondiente Servicio Provincial (que comprobaba los datos, sobre todo a partir de que los informes fuesen hechos por particulares) y al de la Junta Consultiva de Montes...

Concesión: Proyecto de Ordenación

Si se cumplían las condiciones, se concedía el permiso para realizar el Proyecto de Ordenación, de acuerdo a un pliego-tipo de condiciones y con explícitas alusiones a las Instrucciones... de 1890.[nota 3]​ Era una licencia nominal, específica para los montes enumerados, supeditada a una fianza (proporcional a las hectáreas a ordenar) y con un plazo de entrega improrrogable (normalmente de dos años a partir de la “entrega” de los montes al arrendatario).[nota 4]​ Entregados los montes al concesionario el expediente pasaba al Servicio de Ordenaciones y el equipo de ingenieros y brigadas del primero, comenzaban los trabajos necesarios para redactar el proyecto, que normalmente podían incluir talas, apertura de caminos y “vías de saca”, construcción de viviendas e instalaciones para trabajadores y sobre todo, mucho trabajo de campo que llegaba a la medición perimetral de árbol por árbol para realizar los cubicajes de corcho y leña. Cuando las Memorias incluían Planes de Mejoras previos al Proyecto de Ordenación, también corrían a cargo del concesionario, que en todo momento debía informar de lo que iba a hacer al Ingeniero Ordenador de la provincia, a su vez encargado de vigilar y autorizar los pormenores de todos los trabajos.

Tasación

Terminada la parte técnica y programática del Proyecto de Ordenación (planos, estado de los tramos, tablas de las clases de edad, descripción de los tramos, plan general de aprovechamientos, resumen general de productos, plan de cortas/cultivos y observaciones) y hechas las comprobaciones pertinentes por los Servicios Forestales sobre los datos en el consignados, se procedía a realizar el último capítulo pendiente, que era la Tasación. Esta se solía encomendar a un ingeniero en activo del cuerpo, ajeno a aquel que por cuenta privada había realizado los estudios (normalmente un Supernumerario).[nota 5]​ En ella se debía calcular primero el coste de realización del propio proyecto, el coste de las mejoras que debían hacerse en los montes durante el periodo de explotación y sobre todo, el valor de los productos que se obtendrían de ella, para lo cual debía fijarse un precio que se mantenía vigente durante los 20 años para los que se subastaban los aprovechamientos.[nota 6]​ Desde la entrega del Proyecto de Ordenación hasta que se realizaba la Tasación y se informaba favorablemente por la Junta Consultiva de Montes para proceder a la subasta, podían pasar tranquilamente de 1 a 3 años más. Este lapso también incrementaba el precio de la subasta.

Subasta: Planes de Aprovechamientos

Llegado el momento se procedía a la Subasta Pública de los aprovechamientos contemplados en los Planes Especiales del Proyecto de Ordenación. En nuestro caso, las pujas debían hacerse por incremento del precio del corcho, porque el resto de esquilmos (montanera, carbón, madera, pastos, etc.) eran precios fijos y en cualquier caso, el promotor de la Ordenación tenía derecho de tanteo. Cualquiera que quisiese pujar, debía previamente depositar una cantidad de hasta un 5 % del valor de los productos tasados para los 20 años, más el valor del Proyecto de Ordenación con un incremento del 8% anual a contar desde la entrega del estudio hasta la Tasación. El concesionario se evitaba esta última cantidad (que en cualquier caso era suya) y de la primera se descontaba la cantidad que entregó en su momento como fianza para poder realizar los estudios.[nota 7]​ El que resultaba rematante, debía por último hacer un depósito como garantía, igual al valor de los productos que se iban a aprovechar en el primer año. Solo entonces podía empezar la explotación de los recursos, corriendo a cargo de todos los gastos hasta la venta del producto, estando sujeto a todas las directrices marcadas en cuanto a mejoras y cortas, en el Proyecto de Ordenación y sobre todo, vigilado y dirigido por el Servicio de Montes en todas las operaciones de aprovechamientos.[nota 8]

La Selvicultura de los alcornocales

Hacia 1880, existía un conocimiento aceptable del Quercus suber desde el punto de vista de la Arboricultura, pero salvo algunos estudios sobre el tratamiento de los alcornocales de Argelia o Portugal, era poco lo que se había hecho desde el punto de vista de la Selvicultura. Además de los condicionantes propios de la especie y su producto ,[nota 9]​ existían pocos precedentes de ordenación de este tipo de masa arbórea, que suministrasen datos para su tratamiento científico y los procedimientos y principios que se aplicaban a los montes maderables, no respondían a las necesidades de su regulación orientada a la producción de corcho.

La mayor parte de los alcornocales eran de propiedad privada, y aunque en Cataluña los propietarios tenían una mayor conciencia de la necesidad de trazar estrategias para asegurar su sostenibilidad y la producción a largo plazo, en Andalucía la explotación corchera quedaba relegada en muchos casos frente a la tan arraigada ganadería o el carboneo, realizándose las sacas sin ninguna planificación.[nota 10]​ Pero a medida que el precio del corcho aumentaba progresivamente en las últimas décadas del siglo, la propia administración se da cuenta de la revalorización que este producto daba a los montes y de la necesidad de estudiarlo dasonómicamente[nota 11]​ a la vez que abre la mano para el acceso privado a los montes públicos.

Los ingenieros que ordenaron los alcornocales andaluces entre 1890 y 1910, tuvieron muchas veces que improvisar e ir aprendiendo sobre la marcha a medida que se iban viendo resultados, siendo básicamente las cuestiones sobre las que tenían que decidir, las siguientes:

Tipos de masas y usos de los alcornocales

Junto al mal estado de las masas arbóreas en Andalucía, había que añadir su carácter mixto, donde la especie corchera convive con otras como el quejigo o la encina, así como la variedad de usos tradicionales junto a la extracción de corteza, como la ganadería de caprino, la montanera, la leña y el carboneo, las dehesas y pastizales para el vacuno, la caza, el uso de cortezas de árbol para el curtido de pieles, etc... Se encontraban también con problemas de servidumbres y usos comunales, con enclavados y propiedades diferentes entre suelo y arbolado, con frecuentes usos ilegales del monte, ect... El trabajo ordenador, junto al objetivo de maximizar y regularizar la producción del monte (donde el corcho en aquellos años era lo más rentable), también tenía que solucionar y/o compatibilizar estas situaciones específicas de cada predio.

Inventario

A nivel técnico y de inventario, los alcornocales suponían una serie de retos novedosos con respecto a los montes maderables: es más fácil cubicar el árbol entero que solo su corteza, el corcho introduce la variable edad/calidad que no se contempla en la madera, al alcornoque hay que calcularle el espacio vital alrededor suyo que va ha necesitar a lo largo de los 150 años productivos en los que va a seguir creciendo y desarrollándose (Epidometría), etc...

División Dasocrática

El método de división del monte, primer paso para plantear su ordenación, estaba establecido desde 1890 en las Instrucciones para la Ordenación...[nota 3]​, que debía ser el conocido como “Ordenar transformando” basado en los “tramos permanentes” y en un turno de corta aplicado anualmente en uno de ellos (o grupo) diferente. Pero desde el primer momento y aunque era satisfactorio en el tratamiento de otro tipo de montes, para el corcho se mostró ineficiente e incluso Carlos Castel, que realizó las primeras ordenaciones de alcornocales en El Robledal y La Sauceda en 1890, antes incluso de publicarse la regulación mencionada, ya lo manifestaba.[nota 12]​ Dándose cuenta los ingenieros ordenadores que las cortas en el alcornoque basadas en dicha organización, darían lugar a tramos con dos clases de edad, propusieron e intentaron modelos mixtos combinando con el ”método de entresaca” que sin embargo en la práctica, bien por la gran extensión de los terrenos o por la mala calidad del arbolado que obligaba prioritariamente a la regeneración masiva, no se aplicaron del todo. A medida que van sucediendose las revisiones de los primeros proyectos, se introducen tímidas modificaciones para intentar sortear la rigidez del tramo único, pero a partir de 1930 se entra en una apatía dasonómica que lleva durante más de 50 años a que los ingenieros se limitaran en general, a proseguir con la reconstrucción del vuelo y la organización del aprovechamiento corchero, sin más profundidades “de diseño”.[nota 13]

Turno de corta o descorche

El “turno de descorche” era otro aspecto importante que en teoría está en función del tiempo que tarda la corteza en adquirir el grosor necesario para la industria y eso varía según clima, pluviosidad, suelo, etc... Estaba establecido que por debajo del Tajo el turno debía ser menor de 12 años y en general en Andalucía se optó por un turno de 9 acorde a las tradiciones corcheras de la región, pero a falta de documentación científica sobre este punto debían guiarse por su intuición y por la observación directa en cada zona, de la evolución del árbol tras sacas anteriores.[nota 14]

Regeneración y Reforestación

La regeneración del monte, uno de los objetivos primordiales de la Selvicultura, fue en los alcornocales públicos andaluces, no solo una necesidad por lo envejecido y degradado de las masas, sino un verdadero reto por su extensión y por ser la primera vez que en España se abordaba el problema desde una perspectiva técnico-científica. Partiendo de que el alcornoque es una especie con relativa facilidad para su reproducción y regeneración,[nota 15]​ los ingenieros pusieron en práctica estrategias que fueron experimentando sobre la marcha, muchas veces sistematizando el estudio de métodos que ya practicaban propietarios privados (especialmente catalanes).

  • La regeneración “natural”, por la extensión y lo abrupto muchas veces de los predios, pese a que en 1890 era la menos estudiada o considerada por los escasos estudiosos de la época, y pese a que había escasa o nula experiencia entre los expertos cultivadores catalanes, fue la piedra angular sobre la que se apoyaron en su cometido los ingenieros ordenadores. La primera dificultad fue acotar al ganado cabrío las parcelas en regeneración, condición indispensable pero de difícil puesta en práctica por lo extendido de este tipo de uso. A partir de ahí, en los lugares donde el suelo del alcornocal estaba formado por matas achaparradas, de sistema radical desarrollado pero con una parte aérea sin tronco ni guía, aplicaron y mejoraron el método de “roza entre dos tierras”, logrando nuevos brotes sanos que crecían rápido gracias a la cepa radicular, y que con un posterior clareo y selección, dio notables resultados. En los rasos y claros, hubo que recurrir a la repoblación “artificial”.
  • Los dueños de alcornocales catalanes, tenían a finales del siglo XIX amplia experiencia en el cultivo del árbol, su siembra o plantación, de forma que los ingenieros mejoraron métodos ya probados como la “siembra a chorrillo” o “a golpes”, previo paso del arado y posterior clareo y limpieza del matorral en los momentos adecuados. Este sistema fue el más utilizado y el que mejor resultados dio, aunque también se llevaron a cabo plantaciones previa cría de los arbolillos en vivero, o se probaron novedosos sistemas mixtos.[nota 16]

Planes de mejoras

Otras mejoras que no eran habituales, pero que se demostraron importantes en la posterior evolución tanto de la masa como del individuo arbóreo, y que repercutían directamente en la futura producción y calidad del corcho, se pusieron en práctica sistemática y metódicamente . Tales operaciones eran las “limpias” del terreno cuando el arbolillo sobresalía entre los matorrales, la “claras” previas al desbornizo para seleccionar los mejores individuos y determinar la densidad de la masa, el propio “desbornizo” que pone en marcha la vida productiva del árbol y le fuerza a producir corcho de calidad, la “poda” que aumenta la superficie productiva y da forma a la copa, el “alquitranado” de los cortes de poda o las heridas de saca, ect... La novedad era además que estas operaciones se detallaban y planificaban en los Proyectos de Ordenación, cosa que hasta entonces había quedado al arbitrio improvisado de los propietarios o de los Servicios Provinciales de Montes.

La Ordenación de los alcornocales andaluces

El corcho andaluz, aun siendo de muy buena calidad, fue un producto secundario en la explotación de los montes hasta principios del siglo XIX, momento en el que paulatinamente comienza a crecer su demanda, hasta que a mitad de la centuria alcanza el punto de equilibrio necesario cómo para que su extracción genere movimiento económico desde el punto de vista empresarial e industrial. Ya por aquel entonces en Cataluña, la industria corchera y taponera tenía un arraigo que la empezaba a convertir no solo en zona productora y transformadora, sino también en demandante de materia prima, lo que unido a la demanda exterior de otros países del norte de Europa o los propios Estados Unidos, revalorizó el alcornocal de Andalucía.

Los propietarios privados (90 % de los montes) comenzaron a esquilmar sus propias masas, grandes fincas se vendieron o arrendaron y se comenzaron a subastar aprovechamientos de corcho en montes públicos. La elección de Sevilla como sede en el extranjero, por parte de la “Amstromg Cork Company” (actualmente Armstrong World Industries) en 1879 (una de las mayores compañías manufactureras de corcho a nivel mundial en la época) y la instalación en La Línea de la Concepción de La Industria Corchera por parte de Larios Hnos. en 1888, son prueba de este movimiento inversor.[nota 17]

En 1885 e impulsada por los casos en montes maderables que se iban dando, se suscribe la primera concesión en España para la ordenación de alcornocales públicos en Cortes de la frontera, Gaucín y Algatocín (Málaga), pero no es hasta 1890 tras la creación de la Sección Directiva e Inspectora de las Ordenaciones de Montes Públicos y la publicación de las Instrucciones para la Ordenación...[nota 3]​, cuando se disparan las peticiones. En la última década de la centuria se firman las concesiones de las grandes masas y en la primera del siglo XX se ordenan los pequeños predios restantes. Las primeras concesiones son para extensiones tan grandes, que en el propio pliego de condiciones se determina dividir el territorio en diferentes Proyectos de Ordenación, lo que dará lugar a grupos de montes con diferente recorrido administrativo, dasonómico y productivo. La legislación del momento y especialmente a partir de 1896 en que los proyectos podían ser realizados por ingenieros contratados por empresas privadas (los primeros los hicieron ingenieros del cuerpo en activo), permitió el control de las explotaciones por grandes compañías,[nota 18]​ de forma que entre 1885 y 1906, a efectos de este estudio, se hicieron 10 concesiones que implicaban 17 Proyectos de Ordenación diferentes.

Concesiones de Ordenación

primera Concesión 11 / 04 / 1885

segunda Concesión: 18 / 08 / 1894

tercera concesión: 11 / 03 / 1897

cuarta concesión: 14 / 03 / 1897

quinta concesión: 15 / 03 / 1897

sexta concesión: 08 / 04 / 1897

séptima concesión: 01 / 07 / 1897

octava concesión: 11 / 12 / 1902

novena concesión: 29 / 09 / 1906

10.ª concesión: 25 / 10 / 1906

Primeras Revisiones: éxitos y polémicas


Al cambiar el siglo, tras cinco décadas de la creación de los Cuerpos de Ingenieros en España (el de Montes en 1846), la administración y la opinión públicas vivían, en general, un momento de euforia sobre la labor que estas instituciones realizaban en beneficio del país. El Ministerio de Fomento se esforzaba en presentar los éxitos obtenidos en minas, caminos o montes, respaldado por toda una serie de publicaciones especializadas, en una estrategia muchas veces orientada a la acción política.

En el campo forestal, se ponían sobre la mesa el Catálogo de los Montes Públicos..., que había salvado a gran parte de estos de la desamortización, las repoblaciones, la recién creada Sección Hidrológica y por supuesto las Ordenaciones. Aunque en la primera década del siglo XX era pronto para tener resultados reales de tales trabajos (los tiempos del monte no son los mismos de que los las carreteras o infraestructuras), tan pronto se produjeron las primeras revisiones de los Proyectos y se generaron datos positivos, a veces sesgados,[nota 31]​ se publicaron a bombo y platillo.

En general, no se cuestionó el concepto silvicultural y técnico de las Ordenaciones, reconociéndose su importancia como herramienta de transformación y protección del monte, sus éxitos en prevención de incendios o en regularización de la renta, etc... Las críticas cuando llegaron, lo hicieron atacando los procedimientos regulados para las concesiones y subastas que facilitaban el monopolio de grandes compañías en el acceso a los predios públicos, los derechos de tanteo, los mecanismos de fijación de precios que hacían perder renta a los municipios propietarios, etc... Las críticas fueron más políticas que técnicas.

Los alcornocales andaluces y la decadencia ordenadora

En este contexto, los alcornocales andaluces entre los años 1907 y 1908, se convirtieron tanto en ejemplo de la política forestal, como en diana de sus adversarios. Con todas las concesiones posibles de ordenación de este tipo de masas ya resueltas, en realidad en aquel momento solo algunas se habían aprobado y estaban en ejecución (El Robledal y La Sauceda, Montes de Gaucín y Algatocín, Las Majadas de Ronda, Montes de Benarrabá, Montes de Alcalá de los Gazules y Montes de Algeciras) y de ellas, solo las tres primeras acababan de pasar la primera revisión. Sin embargo, al ser el corcho más rentable y de resultados más inmediatos que la madera y sobre todo, por el incremento que había sufrido el precio del corcho en las últimas décadas, unos y otros encontraron argumentos para hacer de estos montes centro de la polémica.[nota 32]

La oposición de muchos Ayuntamientos a la ordenación de sus predios por considerar que dañaban sus intereses, junto a la constatación tras varias décadas de regulación forestal, de la monopolización que se había originado por parte de las grandes compañías, motivó una nueva legislación en 1908 que limitaba la acción privada y aumentaba el control del cuerpo facultativo en todo la relativo a la explotación de los montes. La nueva regulación junto a la pronunciada caída del precio del corcho, lleva en la siguiente década, a un profundo parón en la iniciativa ordenadora y a una revisión de aquellos proyectos realizados en torno al cambio de siglo, más o menos rutinaria y en muchos casos orientada simplemente a desarrollar el Plan Especial de Aprovechamientos.

Aunque en 1930 se intenta una revitalización de la actividad forestal con la publicación de unas nuevas "Instrucciones para la Ordenación de Montes",[nota 33]​ la guerra civil y los años de la dictadura, llevan a que no sea hasta los años 90 con la cesión de competencias a las comunidades autónomas, cuando se actualizan exhaustivamente los viejos proyectos y se realizan aquellos que nunca llegaron a realizarse.

Algunos protagonistas

Carlos Castel

Carlos Castel y Clemente, nacido en Cantavieja el 4 de noviembre de 1845 . Ingeniero de Montes, cuarto de la decimosexta promoción (1868), sirvió al Estado en Valencia y Guadalajara como profesor y catedrático, pero pasó a calidad de supernumerario en 1884 al ser elegido diputado a Cortes por Mora de Rubielos, comenzando una actividad política que duraría hasta 1904.[58]​ Fue también empresario forestal, siendo el primero que llevó a la práctica la ordenación de montes en nuestro país,[nota 34]​ entre ellos los alcornocales de El Robledal, La Sauceda y los Montes de Gaucín y Algarocín en 1890. Fue director y un prolífico articulista de la Revista Montes.

José García-Blanco

José García-Blanco Romero nacido en Almadén el 25 de noviembre de 1865. Ingeniero de Montes, 1.º de la 36ª promoción (1890), fue el ingeniero de montes que en activo y en la Sección de Ordenaciones de Málaga primero y como supernumerario de 1902 a 1914, realizó algunas de las más importantes ordenaciones de alcornocales públicos de Andalucía, de las que fue concesionario José Lameyer y compañía usufructuaria Larios Hermanos de Gibraltar.

Santiago Olazábal

Santiago Olazabal y Gil de Muro, nacido en Palencia el 26 de enero de 1857. Ingeniero de montes, 1.º de la 32.ª promoción (1886) e hijo del también Ingeniero de Montes Lucas de Olazábal y Altuna (el que fue coautor de las Instrucciones para el servicio de las Ordenaciones de los montes públicos[nota 3]​ y profesor de la asignatura en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes).[nota 35]​ Tras unos primeros años de profesor en la Escuela Preparatoria previa a los estudios de ingeniero de montes, es destinado al Servicio Hidrológico Forestal del Tajo, más concretamente en la Comisión de repoblación de la cuenca del Lozoya. Desde allí realizó un renombrado estudio para sanear las aguas de este río, del que se servía de agua potable la capital.

Con el cambio de siglo se implicó empresarialmente en la realización de ordenaciones,[60]​ para lo cual pasó a Supernumerario y durante unos años realizó trabajos como el Proyecto de Ordenación de los Montes de Alcalá de los Gazules, u otros en la Sierra de Guadarrama. Pero no tarda en volver al servicio activo integrándose en Inspección de Ordenaciones, por lo que desde otro nivel administrativo, tuteló también aquellas que afectan a los alcornocales andaluces. A partir de 1914, pasada ya la euforia ordenadora y con los precios del corcho hundidos, Olazábal se integraría en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes, de donde llegaría a ser director y donde coincidió durante dos décadas con García-Blanco, otro Ingeniero de Montes protagonista de este artículo.

Eladio Caro

Eladio Caro y Velázquez de Castro, nacido en Granada el 14 de febrero de 1875. Ingeniero de Montes, segundo de la 45ª promoción (1900), cuyo primer destino fue en Ordenaciones de Jaén, pero que acordó permuta a Ordenaciones de Málaga con José García-Blanco al año siguiente.[nota 36]​ Desde ese puesto, en el que permanecería casi dos décadas, se convierte en protagonista inevitable de este artículo, al ser el encargado de supervisar tanto la realización de ordenaciones, como su posterior ejecución durante la explotación de los montes públicos, en un periodo en el que los alcornocales de Málaga estaban comenzando el proceso. Cuando este joven ingeniero se hace cargo del departamento en 1901, El Robledal, La Sauceda y los Montes de Gaucín y Algatocín ordenados por C. Castel en 1890 y subastados en 1894 y 1896, estaban a punto de terminar su primer Plan Especial y ser revisados, los Montes de Benarrabá y las Majadas de Ronda habían sido ya regulados y se subastaron en mayo de 1902 y otros como Coto y Vega del Río, La Cancha o Lomas y Matagallardo, acababan de empezar el proceso para ser ordenados.

A Eladio Caro se deben las primeras revisiones de los proyectos de Ordenación de El Robledal y La Sauceda y sobre todo, los primeros trabajos sintetizando científicamente sus resultados, artículos y trabajos que fueron ampliamente referenciados en las primeras décadas del siglo XX en el contexto valorativo de las Ordenaciones.

Enrique Mackay

Enrique Mackay Monteverde, nacido en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) el 25 de enero de 1876. Ingeniero de Montes, 1.º de la 43ª promoción (1898). Estuvo destinado en la Sierra de Cazorla durante 26 años (hasta 1924) muchos de ellos en Ordenaciones como jefe de la segunda brigada de Jaén. A él se deben la ordenación de los principales montes de aquella sierra, una importante labor repobladora y la dotación de caminos e infraestructuras para la labor forestal. Hasta 1928 fue jefe del distrito forestal de Jaén y de ahí profesor de la Escuela Especial, sustituyendo a José García-Blanco como director de la misma en 1933.

Coautor de las Instrucciones para la Ordenación de Montes de 1930, al estallar la Guerra Civil era inspector general del Consejo Forestal del Estado y uno de las más reconocidos expertos en ordenaciones del momento. Tras una dramática experiencia personal y familiar durante el conflicto armado, fue hasta su jubilación en 1946, objeto de depuración y rehabilitación en su puesto del escalafón, pero sin llegar a disfrutar de la confianza del régimen como para aportar a las nuevas políticas forestales todo lo que su experiencia le hubiese permitido.[63]

Aunque Enrique Mackay ordenó montes maderable y no alcornocales, es también protagonista de este artículo, al haber sido el autor de la Memoria previa a la concesión para su ordenación del monte Lomas y Matagallardo,[nota 26]​ por lo que si se hubiese llegado a realizar el Proyecto de Ordenación en lógica, habría sido el autor.

Manuel Fernández de Castro

Manuel M. Fernández de Castro y Vicente Portela, nacido en Cádiz el 28 de junio de 1875. Ingeniero de montes, 3.º de la 47 promoción de 1902, cuyo primer destino fue en el Distrito Forestal de Granada. Tras un breve paso por la Brigada de Ordenaciones de Cádiz, es trasladado como Ingeniero Jefe del Distrito Forestal de Cádiz (1906)[nota 37]​ desde donde, entre finales del 1907 a principios de 1909, mantuvo una pública polémica[nota 32]​ en la Revista Montes criticando las Ordenaciones de montes. Es un claro ejemplo de aquellos Ingenieros de montes que levantaron la voz contra los mecanismos administrativos que favorecían la concentración de concesiones y subastas en manos de grandes compañías y una merma en las rentas de los municipios propietarios, haciendo además en su caso, de los alcornocales andaluces la diana de las críticas.

Larios Hermanos

Larios Hermanos era una empresa con residencia en Gibraltar, que formaba parte de la rama gaditana (paralela a la malagueña) de la familia Larios, comenzada en las primeras décadas del siglo XIX por los hermanos Pablo y Martín Larios y Herreros y materializada en esta y en la empresa “Martín Larios Lasante y Cía”. radicada en Cádiz. La rama malagueña la establecieron los otros dos hermanos Manuel Domingo y Juan, creando la empresa “Manuel Domingo Larios y Hermanos” y sería quizás la más activa del grupo. Porque durante casi un siglo, esta familia logra crear un entramado económico que abarca actividades agrícolas (previa paulatina adquisición de grandes fincas), textiles, bancarias, ferroviarias, comerciales e industriales, un entramado con implicaciones políticas y que logra en 1865, la concesión del Marquesado de Larios en el tronco malagueño. Los Larios, independientemente del reparto de acciones que tenían los diferentes miembros en las diferentes compañías y empresas que fueron creando con el tiempo (Industria Malagueña S.A., Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Málaga, Sociedad de vapores, Compañía de Seguros y Banco de Málaga, Sociedad Industrial y Agrícola de Guadiaro, etc), siempre actuaron de forma corporativa y esta fue sin duda, una de las claves de su éxito.

En torno a la década de 1870 se van produciendo los primeros relevos generacionales en la familia, coincidiendo con una etapa expansiva en sus actividades. Es en esos años, cuando la rama gibraltareña empieza a ser consciente de la rentabilidad que el aumento del precio del corcho daba a sus múltiples propiedades agrícolas, en las que las dehesas y alcornocales ocupaban bastantes hectáreas, de forma que cuando en 1888 consiguen el arriendo de la finca La Almoraima, deciden lanzarse a la producción industrializada de tapones.[nota 38]​ La puesta en funcionamiento de la fábrica “La Industria Corchera”, llevó a la empresa Larios Hermanos a crear en torno al corcho una importante logística e infraestructura en las provincias de Cádiz y Málaga, orientada a recuperar y canalizar la materia prima tanto de sus propiedades como de las arrendadas, o de los montes públicos sobre los que habían obtenido concesiones. Así por ejemplo, consiguen a través de sus influencias políticas, que en la construcción de la línea de ferrocarril se incluyan estaciones como la de la Almoraima o la de San Pablo (en la colonia San Pablo de Buceite, propiedad de los Larios), tenían depósitos permanentes de corcho por la sierra (como en Gaucín,[66]​ o contrataban abogados e Ingenieros de montes (como José Lameyer o José García-Blanco)...

La Industria Corchera

“La Industria Corchera” fue el nombre de una fábrica de tapones inaugurada en 1888-89 en La Línea de la Concepción, propiedad de la empresa de Gibraltar Larios Hermanos y que en su época fue la más avanzada del sector en España, tanto en infraestructura y tecnología como en producción de tapones.[nota 39]​ Orientada básicamente a la fabricación de tapones (empleando unas 500 personas), también hacía “planchas” para otras fábricas (200 empleados más) o residuos para conglomerados (otros 20 empleos). Fue una apuesta empresarial arriesgada y a contracorriente (toda la manufactura taponera de la época estaba en Cataluña y Andalucía solo era productora), pero que se apoyaba en varios pilares estratégicos: el acceso al carbón (bueno y barato) de Gibraltar, el acceso a la materia prima de gran parte de los alcornocales andaluces, la salida a variedad de mercados del producto elaborado desde Algeciras, la línea de ferrocarril que cruzaba la Serranía de Ronda y sus propiedades, la mano de obra no cualificada y barata, etc...

El despegue de esta actividad taponera por parte de la familia Larios, fue un acelerante en su implicación en las concesiones de ordenación de montes públicos a partir de 1890, aunque ya era propietaria y arrendataria de grandes fincas y dehesas de alcornocales en Andalucía. Sin embargo, aunque todo empezó bien, al cambiar el siglo la actividad productiva de la fábrica decae y durante 12 años se reduce a preparar planchas de corcho o residuos, hasta que llega a cerrar en los primeros años de la década de 1910.[nota 40]​ Más allá de las causas del fracaso de esta fábrica ( incendios en la instalaciones, proteccionismo en los mercados de exportación, encarecimiento del carbón, fallos en el suministro de corcho, falta de acierto en la política comercial de venta del producto, comodidad empresarial,ect...), lo cierto es que en 1911-12, cuando dejó de funcionar definitivamente, solo algunos de los principales alcornocales públicos que habían caído en manos de Larios Hermanos, habían superado el primer decenio de explotación (Majadas de Ronda, M. de Benarrabá y M. de Algeciras), otros acaban de ser ordenados (M. de Tarifa, M. de los Barrios, La Cancha...) y otros sujetos a procesos judiciales o técnicos que habían impedido comenzar el proceso ordenador (M. de Jerez de la Frontera)

José Lameyer

José Lameyer González, (Madrid, 15 de agosto de 1860 - Madrid, 30 de agosto de 1915), hijo de Gerardo Lameyer y Berenguer (Director General del Tesoro Público ) y de Josefa González y Oleaga, pertenecía a una familia de origen alemán (de Bremen), venida a España a principios del XIX. Sobrino del pintor Francisco Lameyer y Berenguer, era abogado, hombre de negocios y jurista, siendo miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Aficionado a la encuadernación, atesoró una colección de ejemplares únicos que tras su muerte, fue comprada por el Rey Alfonso XIII[69]​ y en la actualidad reposa en la Biblioteca Nacional de España. Aunque trabajó en el bufete de Eugenio Montero Ríos, del que fue secretario particular, y diputado por Vélez-Málaga de 1905 a 1907,[70]​ fue en realidad un hombre muy activo en el campo de los negocios.[nota 41]

Dentro de su actividad como abogado destaca precisamente su relación con los Larios de Málaga y Cádiz, de la que fue apoderado en Madrid durante mucho tiempo, de la que tuvo apoyos políticos para sus candidaturas a diputado en la región y en coordinación con la cual obtuvo las concesiones de ordenación y explotación de gran parte de los alcornocales andaluces. Precisamente por esto, José Lameyer se convierte en un protagonista de todo este proceso, aunque es probable que en el tema del corcho actuara más como socio que como contratado de la compañía o las empresas de la familia.[nota 42]​ En cualquier caso, debemos pensar que ya a partir de 1910, el interés por el corcho de Larios Hermanos debió decaer bastante al cerrarse “La Industria Corchera”, destino final de su producción propia o arrendada, que la demanda internacional de materia prima se viene a cero durante la Primera Guerra Mundial y por último, que al morir Lameyer en 1915 todas las concesiones a su nombre sobre montes públicos, quedaban anuladas.

Notas / Ampliación del texto

Bibliografía

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Véase también

  • Silvicultura
  • Dasonomía
  • Dasometría
  • Dasocracia
  • Ingeniería de montes
  • Monte (legislación)
  • Monte de utilidad pública
  • Quercus suber
  • Parque natural de Los Alcornocales
  • Corcho

Enlaces externos

  • Portal web de la Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio (Montes), Ordenaciones:
    • Proyectos de Ordenación y Planes Técnicos por provincias.
    • Descarga archivos KML para visualizar con Google Earth (con enlaces a las Fichas de datos ) sobre:
      • Proyectos de Ordenación en Andalucía
      • Montes Públicos de la provincia de Cádiz
      • Montes Públicos de la provincia de Málaga
      • Acceso a Montes Públicos de otras provincias
    • Visor en línea del Mapa de calidad del corcho en Andalucía
    • Legislación sobre montes en Andalucía.
    • Documentos:
      • Manual de Ordenación de Montes en Andalucía (2004)
      • TEJO: Redacción guiada de Proyectos y Planes Técnicos de Ordenación de Montes
  • Portal web del Colegio y Asociación de Ingenieros de Montes
    • Revista Montes (órgano oficial de la Asociación). Buscador de artículos
    • Historia de la Profesión de Ingeniero de Montes Archivado el 23 de diciembre de 2017 en Wayback Machine.
  • Portal web de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes
  • Portal Web del Instituto Nacional de Investigación Agraria y Alimentaria
    • Fototeca Forestal Española y acceso al Buscador de fotos por año, tema, provincia, ect...
  • Documental de 15,35 min. sobre la “saca” del corcho en la Sierra de San Pedro, Estremadura, en 2013. Se incide en como la crisis económica ha supuesto la vuelta a este oficio de gente que aunque lo aprendió de niño, lo había abandonado y en como pese al desarrollo tecnológico, el “descorche” se sigue haciendo como hace 300 años: DOC DESCORCHE realizado por Jerónimo García
  • Documental de 55 min. grabado en el PN de los Alcornocales (España) y el SIBE Jbel Bohuachen (Marruecos), de carácter etnográfico sobre la “saca” del corcho, los procesos técnicos productivos asociados, las formas de organización del trabajo, los saberes y resaltando las distinciones, similitudes y especificidades que se dan a uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar: Los Hombres del corcho, dirigido por manutrillo y con guion de Agustín Coca. Ver video en línea

Referencias


Text submitted to CC-BY-SA license. Source: Ordenación de montes: los alcornocales andaluces by Wikipedia (Historical)